En Granada, como en muchos pueblos del oriente antioqueño, caminar a veces se parece más a una maniobra de escape que a un acto cotidiano.
Una mamá con su bebé en coche debe bajarse a la vía porque no hay andén. Un adulto mayor camina rozando los muros porque la acera es angosta, o simplemente inexistente. Un niño sortea motos y carros mientras trata de llegar al colegio.
Y aunque nos acostumbramos porque somos resilientes, porque nos adaptamos, no deberíamos naturalizar el riesgo de caminar.
Ese fue uno de los puntos más fuertes que surgieron durante la formulación del Plan de Movilidad de Granada. Porque antes de hablar de rutas, de sentidos viales o de señalización, las voces de la comunidad nos recordaron lo esencial:
“Queremos caminar tranquilos”.
“Queremos que el espacio público nos pertenezca”
Y es que durante años, la calle se fue cediendo poco a poco: a los carros, a las motos, a los andenes invadidos por ventas, a las motos en las esquinas mal parqueadas, a los postes, a la falta de diseño.
Caminar se volvió un privilegio… y no un derecho.
Pero Granada ha empezado a imaginarse distinto.
El proceso de formulación del Plan no solo permitió hacer diagnósticos técnicos. También permitió escuchar. Entender que la movilidad no es mover vehículos: es devolverle a las personas el espacio que alguna vez fue suyo.
Las calles son más que cemento. Son lugares de encuentro, de tránsito, de juego, de historia. Y solo cuando el espacio público se diseña para la vida no solo para el paso, nace una nueva movilidad: una movilidad para todos.
Desde Menttu, nos sentimos orgullosos de haber acompañado este primer paso en Granada. Un paso que empieza en el papel, pero que ya se está sembrando en la conciencia colectiva:
La movilidad comienza donde termina el miedo a caminar.
Y como comunidad, todos podemos aportar: respetando los andenes, no invadiendo las aceras, exigiendo condiciones seguras y comprendiendo que cuando una persona camina tranquila, el pueblo entero avanza.
